Fuerteventura en moto.

Fuerteventura es la isla más antigua de las Islas Canarias, la más extensa segunda de Canarias y la de mayor longitud del archipiélago.

Al ser una isla bastante llana, con muchas planicies y con el Pico de la Zarza a 807 metros de altitud en la península de Jandía como el punto más alto de la isla, es la más fácil de recorrer en motocicleta, teniendo una red de carreteras bastante buena en general.

Si se quiere conocer la isla sobre dos ruedas con 4 días sería suficiente, pudiendo estar 2 días más si se desea pasar alguna mañana o tarde en esas playas paradisíacas e interminables que posee Fuerteventura, así como realizar paradas para visitar algún museo, lugar de interés o espacios naturales para caminar (parques rurales y naturales, monumentos naturales, paisajes protegidos, etc…).

Para esta ruta en Fuerteventura, se ha elegido algunos de los lugares más representativos y conocidos de la isla a fin de disfrutar del viaje en moto sin realizar muchas paradas y pasando por todos los municipios.

Primer día de recorrido.

El viaje comenzó en la isla de Gran Canaria, debiendo tomar un barco que me trasladaría a Fuerteventura. Este barco salió a las 23:30 horas y pude elegir entre un camarote o una butaca para dormir (en este caso, elegí una butaca). Después de varias horas de viaje, el barco atracó en el puerto de Puerto del Rosario por la mañana, aproximadamente a las 06:30 y desembarqué a las 07:00.

Con la intención de ver la parte norte de la isla, emprendí el viaje por la carretera FV-10 hacia la pequeña localidad de Tindaya, perteneciente al municipio de La Oliva. Allí se encontraba la famosa Montaña de Tindaya, conocida por sus grabados aborígenes.

Montaña de Tindaya.

Desde Tindaya, me dirigí al El Mirador de la Degollada de Valle Grande (más conocido como el mirador de Vallebrón), tomando la carretera FV-103. A pocos kilómetros de distancia, se puede ver la parte noroeste de la isla, como la montaña de Tindaya y El Cotillo.

El Mirador de la Degollada de Valle Grande.

Después de disfrutar de las hermosas vistas desde el mirador, regresé a la carretera FV-10 hacia el norte, con dirección a La Oliva. Para llegar al centro del pueblo, tomé la FV-101 y allí pude visitar la Casa de los Coroneles. Los horarios de visita se pueden encontrar en su página web.

La Casa de los Coroneles.

Reanudé el viaje por la FV-10 para llegar a El Cotillo, una localidad costera perteneciente al municipio de La Oliva que se encuentra enclavada entre algunas de las playas y calas de aguas cristalinas y arena fina más valoradas de Europa. Allí puedes visitar el Castillo de El Tostón, construido en el siglo XV para proteger la isla de los ataques de piratas bereberes, ingleses y franceses.

Castillo de El Tostón.

Continué hacia el norte unos 5 kilómetros atravesando El Cotillo para llegar al Faro del Tostón, construido a finales del siglo XIX, en 1897, para señalizar el Estrecho de Bocaina que separa Fuerteventura de la isla de Lanzarote. Actualmente es un museo de pesca artesanal.

Faro del Tostón.

Si quieres continuar por la costa y disfrutar de las hermosas playas de esta zona de la isla, es necesario tener una motocicleta tipo trail para poder llegar a la siguiente localidad, Majanicho. La pista de tierra tiene unos 10 kilómetros bastante irregulares, con baches y algunas zonas cubiertas de «dunitas» de arena, lo que puede hacer que la moto se hunda si no tienes experiencia.

Pista de tierra entre el Faro del Tostón y Majanicho.

Otra opción sería regresar a El Cotillo, continuar en la FV-10 hacia Lajares, tomar la FV-109 y finalmente la FV-1 para llegar a Corralejo.

Después de 30 minutos de viaje por una pista, llegué a Majanicho, un pequeño pueblo con una playa encantadora dentro de una bahía protegida. En el camino, pude apreciar varias playas y calas hermosas de la zona. A principios de septiembre, este lugar celebra sus fiestas en honor a Nuestra Señora del Pino.

Ermita de Nuestra Señora del Pino en Majanicho.

Para llegar a Corralejo se puede continuar por la costa siguiendo por la pista de tierra, pero en esta ocasión decidí tomar la carretera asfaltada hacia el sur hacia la localidad de Lajares. Una vez allí, busqué la carretera FV-109 y me dirigí hacia el este en busca de la carretera FV-1 con destino a Corralejo. Pasé un par de horas recorriendo el pueblo en moto y a pie, y finalmente me dirigí a las famosas dunas del Parque Natural de Corralejo, con impresionantes playas de arena blanca y vistas a la isla de Lobos y Lanzarote.

En las dunas del Parque Natural de Corralejo con las isla de Lobos y Lanzarote al fondo.

Después de un breve descanso en las dunas y sus playas, a las 18:00 horas, decidí regresar al alojamiento para descansar y dar por finalizado el primer día de mi recorrido por la zona norte de la isla.

Segundo día de recorrido.

Para comenzar el día, salí de Corralejo con la intención de recorrer la parte central de la isla. Tomé la carretera FV-1A, que atraviesa el Parque Natural de Corralejo de norte a sur, con dirección a Puerto del Rosario.

Cruzando el Parque Natural de Corralejo.

Al llegar a Puerto del Rosario, aparqué la moto cerca del ayuntamiento para dar un paseo. Cerca está la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario y la casa museo de Miguel de Unamuno, una visita a esta última puede ser interesante, pero no es esencial.

Estatua de Miguel de Unamuno frente a la casa museo.

Después de una hora aproximadamente de descanso, reanudé mi viaje para llegar a la costa occidental de la isla y visitar la Playa del Valle (también conocida como Aguas Verdes) para contemplar sus piscinas naturales, donde es posible nadar y bañarse cuando la marea es baja. Sin embargo, es importante tener cuidado cuando el oleaje del mar es muy fuerte.

Para llegar a la Playa del Valle, me dirigí a la circunvalación FV-3 que bordea la capital de la isla, para luego tomar la carretera FV-20 hasta la localidad de Casillas del Angel. Pasada esta localidad, había un cruce con la carretera FV-30 que lleva al pueblo de Llanos de la Concepción. Justo al salir del pueblo, había un desvío para ir a la Playa del Valle. La carretera está asfaltada, excepto el último kilómetro que es una pista de tierra.

Playa del Valle (o Aguas Verdes).

Regresé por la misma carretera hasta llegar a la FV-30 y continué hacia el sur para llegar a la localidad de Valle de Santa Inés. Allí se puede visitar la ermita de Santa Inés, teniéndose constancia de su existencia desde el año 1586.

En la ermita de Santa Inés.

Como ya se acercaba la hora de almorzar, decidí llegar a Betancuria, fundada en 1404 por los normandos Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle, siendo la primera capital de la isla. En el camino, me propuse visitar tres miradores para ver los paisajes desde ellos: el mirador de Valle de las Cuevas, el mirador de Morro Velosa, una obra de arte del artista César Manrique con un bar donde poder tomar algo y el mirador de Guise y Ayose, distantes unos doscientos metros uno del otro. Sin embargo, me gustaría hacer constar que el acceso al mirador de Morro Velosa estaba cerrado a pesar de ser hora y día de apertura, supongo que debido a la pandemia.

Mirador de Valle de las Cuevas.
Mirador de Guise y Ayose.

A tres kilómetros más adelante está Betancuria, lugar donde descansé un par de horas para comer y luego pasear por sus calles, visitar la iglesia y plaza de Santa María de Betancuria en el centro del pueblo, y en las afueras, la ermita de San Diego y la iglesia conventual de San Buenaventura, lugar donde estaba enclavado un antiguo convento franciscano, actualmente en ruinas y con prospecciones arqueológicas en su alrededor.

Entrada a la Villa de Betancuria.

Después de descansar y visitar Betancuria, continué mi viaje con dirección a Pájara, pasando por el pinar de Betancuria, un pequeño bosque de pinos canarios, luego por Vega de Río Palmas, el mirador de Las Peñitas y el mirador del Risco de la Peñas.

Ermita de la Virgen de la Peña en Vega de Río Palmas.
Mirador de Las Peñitas.

Continué el viaje por la carretera FV-30 hasta llegar al pueblo de Pájara, deteniéndome unos minutos para ver la noria de tiro situada frente a la iglesia de Nuestra Señora de Regla y continué mi camino desde este punto hasta la localidad costera de Ajuy por la carretera FV-631 para descansar hasta el día siguiente.

Tercer día de recorrido.

Me levanté temprano para visitar las famosas Cuevas de Ajuy, probablemente las formaciones rocosas más antiguas de Canarias, con una antigüedad de unos 100 millones de años. En el camino, se puede visitar un antiguo horno de cal y un mirador desde donde se pueden contemplar los acantilados y la costa de esta zona. Es un paseo que se puede hacer entre ida y vuelta, en una hora tranquilamente.

Playa de Ajuy.
Acantilados cerca de las cuevas de Ajuy.

Me despedí de Ajuy y comencé la tercera etapa del viaje, con dirección a Pájara para tomar la carretera FV-30, probablemente la más larga de todas, con varias paradas durante todo el trayecto. La primera parada fue en la localidad de Toto para ver la ermita de San Antonio de Pádua, finalizada en el año 1795. Seguí mi viaje hasta Tuineje y en la plaza San Miguel me detuve para ver la ermita de San Miguel Arcángel y prosiguié mi camino por la carretera FV-20 con dirección a Tiscamanita para visitar el Centro de Interpretación de los Molinos.

Ermita de San Miguel Arcángel en Tuineje.
Centro de Interpretación de los Molinos en Tiscamanita.

Reanudé el itinerario hacia Antigua realizando una breve visita al pueblo y a la iglesia de Nuestra señora de Antigua, para continuar el viaje por la carretera FV-413 a fin de volver a la costa oriental de la isla y llegar al Castillo de Fuste, construido en 1743.

Iglesia de Nuestra Señora de Antigua.
Castillo de Fuste.

Y desde allí, continué dirección sur por la FV-2 hasta llegar a un cruce donde se encuentra la carretera FV-4 que lleva a Gran Tarajal para descansar, comer algo y proseguir el viaje hasta el faro de La Entallada, un hermoso faro de arquitectura morisca con impresionantes vistas y acantilados de unos 200 metros. Desde luego, el viaje hasta aquí vale la pena.

El faro de La Entallada.

El siguiente destino fue una pequeña y tranquila localidad costera, con una playa de piedras y arena negra gruesa. Para llegar allí desde el faro de La Entallada, tuve que regresar por el mismo camino hasta llegar a la carretera FV-4 y luego a la FV-2, continuando hacia el sur hasta llegar a otro cruce con la carretera FV-525, que llevaba hasta Giniginámar.

Giniginámar y su playa.

La siguiente parada fue Tarajalejo, otra localidad costera con una de las playas más grandes de la zona, con arena negra, piedras y aguas cristalinas. Para llegar a esta localidad, tomé de nuevo la FV-2 con dirección sur.

En Tarajalejo.

Y llegados a este punto, debo decir que durante toda la jornada había estado lloviendo fuerte e intermitentemente, pero en el momento de salir de Tarajalejo el tiempo decidió no dar tregua, tanto en agua como en viento, debiendo refugiarme en una parada de guagua hasta que amainara el temporal.

Al consultar la previsión meteorológica para el resto del día y ver que el tiempo iría a peor, decidí acortar la ruta, debiendo dejar para otro día la visita a la localidad de La Pared, dirigiéndome directamente a la localidad de Morro Jable para cenar y descansar hasta el día siguiente por la mañana, para recorrer la península de Jandía.

Faro de Morro Jable.

Cuarto día de recorrido.

Bueno, en teoría este debería ser el último día de viaje por Fuerteventura para hacer la ruta por la península de Jandía, pero las condiciones meteorológicas no eran muy alentadoras. Llovió fuertemente durante gran parte de la noche en toda la isla y continuaría así al menos dos días más.

Según los lugareños, si ya era peligroso recorrer la península en vehículo de cuatro ruedas debido al temporal que estaba ocurriendo, ni siquiera se podía imaginar cómo sería con una moto, ya que no había carreteras asfaltadas, sino solo caminos de tierra y tramos con acantilados sin vallado en la zona de Cofete.

Por lo tanto, opté por regresar en el primer barco desde Morro Jable con destino a Gran Canaria, a la espera de que amainara el temporal y regresar en unos pocos días.

Regresando a Gran Canaria desde Morro Jable.

¡Y llegó el día! Regresé a Fuerteventura para comenzar el cuarto día de recorrido de la ruta desde Morro Jable con primer destino el faro de La Punta de Jandía. La llegada al puerto fue a las 10:00 horas aproximadamente y después de desembarcar, me dirigí hacia la carretera que recorre la península de Jandía.

Comenzando la ruta por la península de Jandía.
Al fondo está la cordillera central de la península de Jandía.

Tras recorrer unos 13 kilómetros, llegué al cruce de carretera donde se podía elegir seguir hacia el faro de Jandía o hacia Cofete. Opté por continuar hacia el sur, es decir, hacia el faro, disfrutando del paisaje y de la carretera de tierra, la cual estaba en buen estado en general.

Tramo de la carretera con el faro de Jandía al fondo.

¡Al fin en la otra punta de la isla! Tras aproximadamente una hora de viaje desde el puerto de Morro Jable, llegué al faro de Jandía. Un kilómetro antes, pasé por el pequeño poblado de tradición pesquera llamado Puertito de La Cruz. El tramo entre el poblado y el faro es el único que está asfaltado en toda la península.

El faro de Jandía.
Al fondo, Puertito de la Cruz.

A unos seis kilómetros de distancia se encuentra otro faro, llamado Faro Punta Pesebre, que se diferencia de los anteriores. El camino hacia este faro está muy corrugado, pero vale la pena el esfuerzo al llegar, ya que entre los dos faros hay algunas hermosas calas donde puedes disfrutar de un baño. Además, desde la posición de este faro se puede apreciar la impresionante cordillera de Jandía en su parte occidental y la zona de Cofete, con sus paisajes únicos.

Faro de Punta Pesebre.

Y desde allí, mi viaje continuó hacia la playa del Cofete, retornando por el mismo camino con dirección a Morro Jable hasta llegar al cruce antes mencionado. A partir del cruce, comienza la subida de unos dos kilómetros hasta el mirador de Cofete. El camino está muy bacheado y con piedras sueltas, lo que representa un peligro al pasar por encima de alguna de ellas y terminar en el suelo. Sin embargo, una vez llegado al mirador, las vistas de esta parte de la isla son espectaculares y valen la pena el esfuerzo.

Vistas de la playa de Cofete y sus acantilados.

Desde el mirador hasta la playa hay unos 7 kilómetros de descenso en una carretera bacheada, corrugada y con alguna cabra y burro cruzando la misma, con tranquilidad. Crucé el poblado de Cofete y me desvié un kilómetro para dirigirme hacia la famosa y misteriosa Casa Winter, objeto de innumerables leyendas y algunas novelas de la literatura actual.

La Casa Winter.

Ahora quedaría el último tramo hasta la impresionante playa de Cofete, una playa interminable con arena blanca y aguas cristalinas. Además, junto a esta playa se encuentra un antiguo cementerio de los habitantes de Cofete, que ha estado cerrado desde mediados del siglo pasado. Es indudable que esta ubicación es un lugar ideal para el descanso eterno.

Cementerio de Cofete en la misma playa.

Y desde esta magnífica playa, comencé el regreso a Morro Jable para tomar el barco rumbo a Gran Canaria, pero con ganas de volver a Fuerteventura para realizar nuevas rutas y conocer nuevos lugares en esta hermosa isla.

Regresando nuevamente a Gran Canaria.

¡Hasta el próximo viaje!